lunes, 10 de marzo de 2014

Los tulipanes al sol... y el alma al balcón

Estos días que la primavera ha hecho sus pinitos por Europa, he aprovechado para sacar los tulipanes al sol.  El sábado por Suiza alcanzamos los 16 ºC. Todo el mundo estrenó sus looks de verano: las faldas sustituyeron a los pantalones, las botas y los calcetines de lana.  
Para mi gusto, una exageración oiga que estamos en invierno. Pero si, todo el mundo quería estrenar. Yo con mi cuellico vuelto no quise perder la oportunidad de salir al sol a comer y a leer...¡Deluxe! 


También aproveché para sacar los tulipanes al sol, para que se irguieran y se pusieran brillantes y relucientes. Mientras disfrutaba del momento, una avispa eligió mis flores para posarse y hacer sus menesteres. Seleccionó esas de entre las muchas que hay por el jardín. ¿Por qué? Quizá llamaron su atención los colores vigoroso, su olor o simplemente fueron su primera parada en boxes. Los porqués son complicados, pero los "para qué" adquieren un sentido más pleno con el paso del tiempo y con la perspectiva que se necesita para colocar y digerir las cosas importantes en la vida. 

Estando aquí recibía una difícil noticia. El padre de un gran amigo se iba sin previo aviso. Así, repentinamente. No hay palabras para consolar y apoyar a una familia tan unida y especial. Siempre está el "se fue en su mejor momento", "está ahí arriba, mirándonos" o "está en un lugar mejor". Yo no dudo de ninguna de estas afirmaciones y es más, creo que el paso de las personas por nuestras vidas cobra un sentido más pleno y profundo cuando se van. Nuestras vida está marcada por el comienzo y el final, como las tapas de un libro. Los personajes de una novela no tienen miedo a la última página, y nosotras tampoco vivimos atemorizados y negando las existencia por saber que va continuar en otro sitio más adelante. Lo que ha dado sentido a la humanidad es la creencia o aspiración a la pertenencia algo superior, eterno, inmutable. Sabernos eternos y creerlo es lo mejor que nos ha podido pasar, por eso tenemos esperanza. Los corazones rotos se arreglan, los cuerpos cansados se pueden recuperar y los grandes recuerdos nunca se olvidan (o casi nunca). Y todos los días en algún sitio sale el sol, solo hay que encontrarlo y luchar día a día por hacerlo.    

 Ahora llega la realidad. El día a día, y ahí estaremos todos, apoyando, ayudando; haciendo ese supporting que solo los amigos podemos hacer. La avispa no se imagina ni por un minuto todo lo que estoy pensando. Como va a imaginar si lo único que hace es volar y no lo hace ni recto ni acompasado. Ni siquiera ella puede ser consciente de su comienzo y su fin. Solo sus instintos mueven sus alas. A nosotros nos mueven los corazones, las emociones, los vínculos pero sobre todo los grandes amores. Y aquí el para qué de los grandes acontecimientos: crecer en amor por esas grandes personas que tenemos cerca y por las que se han ido lejos. 
Aun hoy sigo digiriendo los últimos acontecimientos y mirando los tulipanes. Creo que mañana recuperarán su fulgor... Porque mañana volverá a salir el sol.  









No hay comentarios:

Publicar un comentario